Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios. (Rom 3:23
BLS) Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da
es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor. (Rom 6:23 NTV)
Si eres
latinoamericano seguro te parecerá familiar el titulo, todos recordamos al
torpe pero gracioso “Chapulín Colorado” y recordamos la clásica frase ante la
cual hacia su singular aparición. Pero hoy no pretendo enseñarte como apalear
al pecado con el “Chipote Chillón” ni mucho menos.
Y es que el pecado es
un problema que en forma alguna puede sernos ajeno, y más si decidimos entregar
nuestra vida a Jesús. Escuché una vez una frase que si bien parece simple
contiene una monumental verdad; El problema del ser humano es el pecado. El
pecado no es uno de los problemas del hombre, no es el segundo o tercero es EL
problema.
Como seguro sabrás
todo empezó con Adán y Eva por allá por génesis 1. Pero culparlos por el pecado
de toda la humanidad no sería a mi opinión
del todo correcto. Tú y yo somos tan pecadores como Adán y al igual que el
estamos fuera de la presencia de Dios hasta que Cristo viene lleva nuestros
pecados y nos hace libres.
Pero pasa algo en
ocasiones luego de recibir la salvación por gracia a través de la fe, empezamos
a creernos merecedores de la misma, y cuando por error o descuido pecamos
pensamos que no somos merecedores de entrar a la presencia de Dios y empezamos
a dejar de orar y de congregarnos.
Pongamos los puntos
sobre las íes:
1.
Nunca
de este lado del sol seremos merecedores de estar ante la presencia del santo
Dios PERO es esa la mayor razón por la que Jesús vino para ACERCARNOS al padre y poder tener acceso completo a la
presencia de Dios.
2.
Nadie
sano va al médico de la misma forma como todos hemos pecado necesitamos ir a la
presencia y a la casa de Dios para ser sanados del pecado.
3.
No
es lo mismo pecar que practicar el pecado, luego de que conocemos a Jesús
nuestra vida cambia y empezamos a dejar el pecado, algunos rápido otros más
lento hasta el punto que si pecamos es por error no por costumbre.
Entonces habiendo ya
visto estos puntos si Pequé ¿Quién Podrá Defenderme? A esa pregunta la palabra
de Dios nos da no una clausula para abusar de ella sino una respuesta al
genuino arrepentimiento y deseo de cambio. Sabiendo que Arrepentimiento no es
lagrimas sino cambio de rumbo.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1Jn 1:9 RV 1960)
El perdón no se
da lejos sino cerca de él. En su presencia. En su casa.
#Mánager
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