¿Te has sentido atacado, bajo tentación u ofertas
aparentemente buenas?
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto,
para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y
cuarenta noches, tuvo hambre.”
Mateo 4:1y2
Hay algo que me
llama la atención de estos versículos. Comienzan diciendo que Jesús fue llevado
por el Espíritu al lugar donde iba a ser tentado, ¿y a que Espíritu se refiere
la biblia?, en un análisis contextual y gramatical, podemos concluir que fue
por el Espíritu Santo de Dios, que aunque en ese momento no estaba
desarrollando la función de consolador como la ejerce ahora (esta función fue
comenzada a ejercerse después de la ascensión de Jesús), estaba sirviendo de
guía para Jesús
Entonces, ¿Por qué
la persona que está llamada a guiarnos, a velar por nuestro cuidado y
bienestar, nos lleva a un lugar donde corremos peligro?
Jesús llevaba
cuarenta días de ayuno, tenía la capacidad espiritual necesaria para enfrentar
tentaciones, pues había hecho morir su carne, pero esto no quiere decir que
porque tenga la capacidad de enfrentarlas, debe salir a buscarlas. La biblia
registra, que fue llevado por el Espíritu, no que salió el por su cuenta a
buscar las tentaciones.
Pero la cuestión
sigue en pie, ¿Por qué el Espíritu lo llevo al escenario de ser tentado? Por
dos razones.
-Para reforzar su carácter. (veremos como Jesús mantiene su postura firme
siempre)
-Para darnos una enseñanza. (el hecho de que estemos conectados con Dios, no
quiere decir que las tentaciones desaparecerán, tanto los grandes siervos del
señor, como los pequeños son tentados.)
“Y
vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan. El respondió y
dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.”
Mateo 4:3y4
Aquí es donde
comienzan los ataques.
El
primer ataque, a vista rápida podríamos
decir que es a la carne, pues lo está tentando con comida, en un momento donde
Jesús tiene la necesidad de comer, pero este no es el primero, sino el segundo.
El primer ataque no es al cuerpo, el primer ataque es al
ego.
“Si
eres Hijo de Dios”
Lo primero que Satanás ataca es tu ego,
pues, el ego te lleva a tener un concepto más alto del que debe tener sobre tu
persona, y a través la altanería poder persuadirte para plantar la idea en ti
de que eres hijo de Dios y tienes potestad para hacer lo que deseas e incluso
para romper reglas.
El
segundo ataque es a la carne, la parte
débil que Jesús tenía en ese momento. Todo enemigo busca los puntos débiles de
su contrincante para utilizarlos a su favor, y esta lucha no es la excepción.
Muchas veces había leído en 2 corintios
12:9y10, donde el apóstol habla sobre su aguijón y le pide al Señor que se lo
quite a lo cual responde: bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en
tu debilidad, pero no lo había visto en este contexto, la debilidad que el
enemigo quiere usar para ganar la batalla, es la misma que Jehová utiliza para
perfeccionar su poder en nosotros.
Cuantas veces no oramos al señor, que nos
saque del desierto que estamos pasando, que nos quite los aguijones, sin saber
que son las herramientas que el señor está utilizando para perfeccionar su
poder en ti y en mí.
“Otra
vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del
mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te
daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo:
Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo
servirás.” Mateo 4:8-10
El
tercer ataque, la adoración, me resulta
interesante que cuando el enemigo ataca el ego y la debilidad de Jesús, el se
mantiene firme y continua en la pelea, pero cuando ataca la adoración, Lo hecha
fuera inmediatamente, ¿Qué misterio tiene la adoración que despierta ese celo
en Cristo por guardarla solo para Dios?
¿Cuántas veces no descuidamos nuestra
adoración al señor, invirtiendo el tiempo de Él en otras cosas? ¿Tenemos ese
celo que tuvo Jesús por guardar su adoración?
Este es el orden de ataque que el enemigo
utiliza para derribar tu vida espiritual.
-Ego.
-Debilidad.
-Adoración.
La única fuerza a la que podemos recurrir para enfrentar
estos conflictos con los que nos encontramos muy a menudo, aunque suene
contradictorio, es la debilidad, debilitar tu ego, debilitar tu carne,
debilitar todo lo que te aparta del señor, porque en esa debilidad el poder de
Dios se hace más fuerte en tu vida.
Porque ya no vivo yo, ni vives tú, ahora vive Cristo en ti
y en mí.
Bryan Pérez
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